jueves, 15 de diciembre de 2011

Teatro en la Universidad

Un total de casi 40 obras teatrales han sido organizadas por el Departamento de Hispánicas de la Universidad de Edimburgo desde el año 1972. Una actividad que requiere una gran dosis de esfuerzo, tiempo, y sobre todo la buena predisposición de los alumnos y profesores, los auténticos artífices de la iniciativa, tanto delante como detrás de las cámaras. La ciudad de Edimburgo lleva décadas disfrutando de la obra anual que este colectivo no ha cesado en ofrecer. Recorriendo desde la Edad Media hasta el siglo XXI, escogiendo entre España y América Latina, nunca se ha repetido una sola pieza. Se trata de custodiar una obra teatral hispana, abarcando diferentes estilos y los más variopintos autores. 

Este año, es el turno de `Bajarse al Moro´, donde José Luis Alonso de Santos, nos muestra la cara más ruda de La Movida. Una crítica a la sociedad tradicional, a la que el autor acusa de hipócrita y represiva. El drama discurre en un peculiar piso de Lavapiés, cuyas paredes empapeladas son testigo de las hazañas de cuatro amigos que tratan de sobrevivir en un tiempo de cambio y revolución. En España, los 80 significaron el momento de lo nuevo y de la modernidad, de recuperar el tiempo perdido. La crítica social se impone a la crítica política que hasta entonces no dejaba lugar a la libertad individual. 

Chusa, Jaimito, Elena y Alberto, son los jóvenes protagonistas de nuestra obra. Mientras los dos primeros se presentan como personajes plenamente positivos encarnando los nuevos valores (generosidad, solidaridad, libertad…), a través de Elena y Alberto se vislumbran gestos de egoísmo y capricho. Ellos terminarán siendo los antagonistas de la obra, mientras que Chusa y Jaimito representarán los nuevos jóvenes de los ochenta, integrados plenamente en el nuevo sistema emergente.

Con los ensayos ya en marcha, ahora queda un laborioso camino para producción, vestuario, técnicos y dirección, que junto con los actores, esperamos poder bajar el telón el próximo mes de marzo clausurados por el entusiasta aplauso del público. Tenemos entre manos una comedia que al final termina constituyéndose como drama, y esperamos por ello actuar sobre la conciencia del espectador, más allá del mero divertimento.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

¡Hasta pronto!


La `Gala de Clausura´ que puso punto y final a la tercera edición del Spanish Film & Arts Festival, nos permitió revivir algunas de las sensaciones que rozamos en el primer encuentro. Inspace, era de nuevo el lugar que nos recibía. Con sus muros blanquecinos, pilares que desorientan, y luz indirecta, proyectó un total de siete cortometrajes, que pusieron a flor de piel las emociones de todo un público. Y es que tuvimos para todo. Para reír, para llorar.

En esta sesión, vale la pena empezar por el final. No sólo empezar, si no también detenernos. Un Dios que ya no ampara (2010), fue el cortometraje que cerró el bloque, dejando el pabellón muy alto. Y es que la temática del proyecto de Gaizka Urresti, que optó a los Goya el pasado mes de febrero, es ya en sí misma muy compleja.

Un corto en el que se muestran las vivencias y estados emocionales de un grupo de padres cuyas vidas han sido marcadas por el Síndrome de Angelman que padecen sus hijos. Todo ello, enfocado desde la visión personal e íntima del periodista Miguel Mena, que sirve como punto de partida en este viaje hacia el Moncayo, lugar hacia donde al que viaja nuestro protagonista, en una búsqueda desesperada de respuestas.

El desconcierto y desconsuelo inicial de los padres, el tenue rechazo social a la diferencia, y el amor incondicional de un padre hacia su hijo, sea cual sea su condición, son los ingredientes que configuran esta espléndida obra. Veinte minutos que penetran en los oyentes y empujan a la reflexión. La música de Juan Aguirre nos acompañó en este camino, haciendo dudar hasta al más ferviente creyente, de que hay ciertos momentos donde, inevitablemente, te preguntas si es cierto que hay un Dios que nos ampara.

Y a pesar de que el final tuvo mucho impacto, no podemos dejar de lado otros compañeros de reparto en este evento, que tuvieron también su "huequito". El orden de las cosas (2010), fue otro de los grandes. También nominado para los Goya en la pasada edición, este original cortometraje denuncia la violencia de género a través de su simplicidad y simbología. La película quiere dar un paso más allá, y tras la manifestación de dicha violencia, que la expresa pero sin mostrarla, pasa a darnos un mensaje esperanzador, de ánimo al habla, a la toma de decisiones y a controlar "el orden de las cosas".

Tras tanta sensación disparada, y poner sobre la mesa algunas de las problemáticas más desgarradoras que existen en nuestro día a día, cortometrajes como Un novio de mierda, Burbuja o Los 4 Mcnifikos, se encargaron de darnos ese respiro necesario. La comedia, la burla o la superficialidad y banalidad de algunas actitudes de jovenzuelos, son los ejes sobre los que giraron este grupo de filmes.

Perfecto equilibrio entre el melodrama y la pantomima. Equilibrio que marcó la diferencia.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Ritmo entre telones



Lo nuevo del cuarto encuentro dentro del Festival, fue sin duda el lugar que lo acogió. Se trata de "Alba Flamenca", espacio escocés que guarda todo su rincón a lo español. A su comida, a su pintura, a su decoración, a sus gentes, a su olor…y a su música. El flamenco es el Padre Nuestro de este local, que vibra cada día a golpe de taconeo.

En Spanishness and Food, Cinemaattic y Alba Flamenca consiguieron aunar sus fuerzas, multiplicando la efectividad en el traslado del espectador a la cultura española. Ver los cortometrajes desde un espacio que recrea parte de aquello que estamos tratando, hace que ganemos en autenticidad.

Ése era el espíritu de la reunión, disfrutar de los contenidos que nos ofrece el Festival en un ambiente diferente, pero adecuado a las circunstancias. La mezcla de género primó en la selección de cortos para esta ocasión.

Aun con temáticas muy diferenciadas podemos encontrar un denominador común: la música. Ritmo (2009) nos permite volar a través de una sucesión de sonidos que se van entremezclando hasta conseguir una melodía pegadiza con predominio de los timbales. La Chanson de Satie, donde la música francesa de Arthur H. adquiere toda la fuerza, juega con la animación, el blanco y el negro, las luces y las sombras, para poner en evidencia una historia de amor que está a punto de llegar a su fin por la marcha de ella. Pero ellos se siguen declarando su amor. El Aparecido, con una nominación a los Goya en 2001, nos presenta una coreografía animada sobre la vida y la muerte, basada en la pieza de Manuel de Falla, La danza del terror.

Y así, entre la caída de la peineta de la bailaora y las palmas de fondo que marcan su compás, me veo comiendo unas tapas acompañadas, cómo no, del mejor vino. Tras el descanso, y tras aprovechar para inmiscuirme en cada uno de los recovecos de este peculiar lugar más cercano a lo mío, pero en medio del gélido Edimburgo, vuelvo al asiento.

Allí, lo que me esperaría, es una de las mejores cintas que he podido visualizar. Se trata de Paseo (2007), de Arturo Ruiz Serrano. Salimos de la canción y el baile característicos de nuestro país, para adentrarnos en uno de los momentos históricos que marcaron irremediablemente nuestra forma de vida.

La imaginación es la llave que nos permite todavía respirar. Los tres protagonistas hacen uso de ella para liberarse, tal vez porque es lo único que no les ha sido arrebatado. Todos ellos están esperando…el paseo, una espera dibujada de forma sencilla, como si de una cuestión cotidiana se tratara, y una espera en la que los tres individuos tratan de reconciliarse consigo mismos. Con la mezcla de un humor entrañable y el más riguroso drama, Paseo pretende dar una visión diferente de nuestra Guerra Civil, donde lo más cruel, radica en que el conflicto se creó entre hermanos. Un homenaje a todos los caídos, donde se muestra una puesta en escena sobria, contemplativa, desapacible, pero donde aún hay un lugar para el consuelo. La lucha por la fraternidad es, paradójicamente, lo que aún les anima a mantenerse vivos.





jueves, 1 de diciembre de 2011

El refugio de The Beatles




The Beatles, es de Liverpool; "La Caverna", les vio crecer. Más de 300 conciertos fueron escuchados en el interior de esta antigua cueva. Situado en el número 10 de Mathew Street, la conocida "calle Beatle", el local es tachado hoy en día como "el más famoso del orbe". 
En la primera fotografía podemos observar el aspecto actual de la puerta original, por donde entraba el grupo a probar su suerte. El público, poco abundante al principio, acabó convirtiéndose en uno de los más numerosos y fieles de la historia de la música. 


Inspirado en los clubes de jazz franceses de los 50, se creyó que este espacio subterráneo, que había servido como refugio antibombas, era ideal por su acústica. El nombre, homenaje al club parisino Le Caveau. Hoy, presidido por la figura de Lenon, encontramos a muy pocos metros el actual The Cavern Club, que sigue siendo uno de los lugares míticos para quienes quieren escuchar el buen rock en vivo. 


A pesar de haber sido cerrado varias veces en su historia, este local ha sido insignia de Liverpool durante décadas, y actualmente, aunque nos topamos con multitudes, que empujados por la curiosidad o veneración por su grupo, miran, susurran, y fotografían el lugar, se trata de algo más que un atractivo turístico. Es una de las mayores plataformas de exhibición de nuevos grupos fomentando el impulso de artistas emergentes, además de seguir con sus habituales shows de otros ya consagrados. Su fachada alberga innumerables nombres de músicos de la talla de Queen y Clapton, o grupos como los Rolling u Oasis, que gracias a sus actuaciones en el club, lo han convertido en toda una leyenda.